viernes, 30 de agosto de 2013

Lo siento


Lo siento, me confieso culpable de todos los problemas por los que estamos pasando en este país. Soy funcionario y con mi actitud he ocasionado una crisis brutal, que ha acabado con el estado del bienestar, con la educación, la sanidad, etc.

Al sacar mi plaza de funcionario, no sabía que conllevaría tantos problemas y de tanta gravedad. Sin darme cuenta, cada vez que empezaba a trabajar, ocurrían cosas impresionantes a mi alrededor, algunas de las cuales les contaré a continuación y de las cuales me siento totalmente culpable.

Soy culpable de haber construido polideportivos, teatros y auditorios de inmensas dimensiones en lugares en los que no se llenarían ni si quiera invitando gratis a los pueblos de 30 km a la redonda.

Soy culpable de haber construido kilómetros y kilómetros de vías de tren y estaciones en lugares que suben y bajan unas 10 personas al mes. También construí unos cuantos aeropuertos, tras muchos estudios de viabilidad, con una afluencia de pasajeros increíble, algunos con 0 pasajeros.

Soy culpable de que los bancos no concedan créditos a las personas y empresas que lo necesitan para subsistir, aún habiendo sido rescatados con dinero público, cuyo fin era facilitar el crédito. Obviamente, este dinero ya se da por perdido.

Soy culpable de dejar caer la educación y la sanidad públicas para después justificar una privatización que mejorará el servicio, dejando fuera a las personas menos rentables y que den pérdidas.

Soy culpable de haber dado dinero a quien me lo pedía, sin verificar para qué lo iba a emplear realmente y si una vez entregado, se utilizaba en lo que se había acordado. Entiendo que mi obligación era controlar el destino de ese dinero.

Soy culpable de estar por encima de las necesidades y problemas de la gente que me ha votado, de no saber cuales son para ponerles solución. Desde mi posición privilegiada de funcionario, yo se cuales son esos problemas y necesidades, no hace falta que me las digan.

Soy culpable de hacer leyes que no castiguen duramente a los políticos que roben, que no cumplan con su trabajo, que aprovechen su posición para beneficiarse personalmente o beneficiar a sus cercanos. Leyes que castigan duramente al que roba para comer pero que indultan al que roba millones de dinero público.

Soy culpable de crear empresas públicas para mis amigos, dándole contratos increíbles, para que roben sin que se note mucho y externalizando servicios que presta la administración pública, para que algún amigote se lleve mucho dinero.

Soy culpable de desviar dinero de la sanidad y la educación públicas a la privada, "con el fin de mejorar el servicio", restando recursos a las primeras. Casualmente tengo intereses en algunas de las segundas.

Soy culpable de tener tantos asesores, que me ayudan a hacer un trabajo que se supone que tengo que saber hacer, y de haber contratado a dedo a tantas personas, pagando así favores y sangrando de paso las cuentas de la administración pública.

Soy culpable de haber hecho una reforma laboral que ha evitado el despido de casi 300.000 personas, no vamos a mencionar a los que ya se han despedido.

Podría seguir enumerando casos de culpabilidad, pero creo que ya es suficiente. He espiado mis pecados y espero que sepan perdonarme. No quería hacer tanto daño con mi actitud, de haberlo sabido, no me hubiese presentado a las oposiciones y tal vez sería político.



Lo siento.






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